El independentismo catalán denuncia una “injusticia económica”

Partidarios de la independencia catalana con antorchas el martes por la noche en Barcelona.
Partidarios de la independencia catalana con antorchas el martes por la noche en Barcelona.
(©AFP)

“No puede ser que se gaste dinero en aeropuertos o trenes que van vacíos y no en el puerto de Barcelona”, se indigna Daniel Artigas, transportista de 36 años, denunciando unos compromisos de inversión incumplidos por el Gobierno central que alimentan el discurso independentista catalán.

El Ejecutivo catalán denuncia que el Gobierno central nunca realizó las inversiones en infraestructuras previstas por el Estatuto de Autonomía de 2006, convirtiéndolo en un símbolo del trato económico de España hacia Cataluña en un contexto de crisis. “Las inversiones en infraestructuras comprometidas por el Gobierno español en Cataluña y que siguen sin ejecutar ascienden a 5.700 millones de euros”, explica un portavoz de la Consejería de Economía catalana.

El Gobierno, sin embargo, señala que entre 2000 y 2012 se invirtieron 21.616 millones de euros en infraestructuras para Cataluña, mientras que para este año la cifra será de 1.122 millones, 2,6 veces más que la media de las comunidades regiones en España, según una portavoz del Ministerio de Fomento. El Ejecutivo nacionalista catalán denuncia además desde hace años un régimen fiscal desfavorable para Cataluña que, según sus cifras, cada año recibe hasta 16.000 millones de euros menos de los que paga en impuestos.

“Hay una sensación generalizada de que buena parte de los problemas de Cataluña se deben al maltrato económico, fiscal y de infraestructuras que recibe de España”, afirma Ferran Requejo, politólogo de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. El puerto de Barcelona, uno de los más importantes del Mediterráneo, es precisamente uno de los conflictos económicos abiertos entre Cataluña y el Gobierno central, que aún no ha construido los accesos ferroviarios a los que se comprometió hace años.

En pleno proceso de ampliación, con una nueva terminal inaugurada en septiembre pasado, los actuales accesos para los trenes pueden suponer un obstáculo para el crecimiento del puerto, lamentan sus responsables. “Se está produciendo un crecimiento importante de la actividad ferroviaria en la nueva terminal y los accesos actuales tienen deficiencias importantes”, explica a la AFP Sixte Cambra, presidente de Port de Barcelona, que en el primer semestre de 2013 batió su récord histórico de exportaciones.

Pero en un momento en que la prensa habla de contactos negociadores entre Madrid y Barcelona para rebajar la tensión, la semana pasada se alcanzó un acuerdo entre la empresa portuaria y el Ministerio de Fomento para que los nuevos accesos se completen en 2015 tras varios meses de bloqueo. “Cuando hay ganas de resolver las cosas, siempre se encuentran los caminos para resolverlos”, declaró el presidente catalán, Artur Mas, durante la firma del acuerdo el 4 de septiembre, pidiendo a Madrid que “cunda el ejemplo” en otros aspectos.

Los accesos son “un elemento muy importante para hacer más competitivas las cadenas logísticas que utilizan nuestro puerto y clave para nuestro desarrollo”, se congratuló también Cambra, desde su despacho acristalado con vistas sobre el mar. Las obras, que costarán 100 millones de euros, estarán cofinanciadas por el puerto, que desde la inauguración de la terminal vive una actividad frenética con un constante tráfico de camiones, carga y descarga de contenedores y el imparable flujo de turistas que desembarcan de los cruceros para visitar la ciudad.

Antaño motor económico de España, la crisis ha sacudido con fuerza a Cataluña, una de las comunidades más endeudadas del país, que se vio forzada a pedir un rescate de 9.073 millones de euros al Gobierno central. Esta medida enfureció aún más a ciertos sectores de la sociedad catalana, críticos con el actual sistema fiscal. Sin embargo, la gestión económica realizada en Cataluña, sobre la que pesa una importante deuda, también levanta algunas dudas.

Descansando junto a su camión estacionado en el puerto de Barcelona, José Miguel Sáez, transportista de 41 años, se muestra escéptico sobre la situación: “lo que nos deberíamos preguntar es cómo se gasta el dinero en Cataluña”. “Hace 20 años éramos la región más rica y ahora mira como estamos”, se lamenta. “Estoy seguro de que se quedan dinero en Madrid, pero también de que no es tanto como nos cuentan aquí”, suelta antes de subirse al camión para recoger su mercancía.

 

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